Leer a Spinoza es complicado por muchas razones. Una de ellas, y no de las menos serias, es su distancia en el tiempo. Pertenece al siglo XVII. Su libro principal está escrito en latín y fue editado póstumamente. El estilo es una mezcla de tradición (escolástica) y modernidad (geométrica). Por lo demás, la obra de Spinoza fue malentendida y vituperada de modo no por sistemático menos delirante y no por afable menos destructivo.
Debemos agradecer que Cortés del Moral no deforme el pensamiento de Spinoza a fin de hacer de él un pre-hegeliano aún relativamente en contra de lo que el propio Hegel ha dejado dicho del holandés. Al contrario, ha sabido salir al paso de las más perniciosas interpretaciones de una obra sorprendente y a su modo, 19 como sostendría Antonio Negri, anómala. Es verdad, como advierte Hegel, que sin Spinoza (nunca afirma esto, por ejemplo, de Descartes) ni siquiera podríamos comenzar a pensar filosóficamente; pero cuando el de Stuttgart añade que hay que pensar a la sustancia como sujeto ingresamos de nuevo a una atmósfera enrarecida o inficionada por la religión. Es que es más que perceptible en nuestro autor una voluntad de distinción que guarda una relación sumamente estrecha con la Ilustración.
Es probable que, a fin de cuentas, solo echemos de menos, en esta sobria aunque enérgica exposición, una mayor sensibilidad a la proximidad de Spinoza con la filosofía trágica. Contribuir a distinguir netamente el pesimismo de la tragedia haciendo ver el nexo de esta con la alegría no es un aspecto menor de su pensamiento.
Colección: Pequeña Galería del Pensamiento
ISBN (electrónico): 978-607-441-764-7
Año: 2020
312 pp.
