La Belleza —lo poético— viene de otro lado: de un "lado" que no encaja en el mundo. Ese lado que no hay por ninguna parte es el norte del deseo. El Bien se levanta entonces como un destino desviante. Se levanta como un velo, como una cortina. Y conduce a una represa. El mundo hace creer al deseo que lo único que quiere es desahogarse. Que es la beatitud su nódulo terminal. Que es un Bien sin mácula y sin frenesí. Belleza, sí, pero en higiénicas y democráticas dosis. Nada que amenace al Yo. Mucho menos al (Supremo) Nosotros. A saber: nada que delate su talante mortal. Sergio Espinosa se adentra en esas y otras cuestiones a la luz de un pensador fundamental del devenir filosófico como Georges Bataille, tan fundamentalmente paradójico como "un sol sombrío".