Paradójicamente, dos formas básicas de este ensayo histórico y civilizatorio que llamamos capitalismo son la apatía y la diversión. Ambas características tienen que ver con la naturaleza del elemento central que constituye nuestra socialidad: la mercancía. Estas dos formas alcanzan, una y otra vez, los puntos culminantes de toda la historia del capitalismo: la configuración de la mercancía bélica y el consecuente acto de guerra, conquista y terror. Ahí la apatía se vuelve crueldad, y la diversión, sofisticación técnica. Este trabajo intenta establecer parámetros novedosos para el estudio de estos fenómenos y otros similares —la mercancía de la escritura, del amor, del erotismo, de la fiesta, del arte o de la pornografía— que se dan en la vida dañosa, el espacio condicionado por la acumulación de capital.