Partiendo de una filiación foucaultiana, la hipótesis central de la obra sostiene la postura de que el sistema sexo-género puede ser pensado críticamente como un dispositivo histórico de poder. Lo que posibilita el establecimiento de esta relación estratégica entre el feminismo y el pensamiento de Michel Foucault no es sólo la posibilidad de reutilizar, respecto al género, ciertos desarrollos y herramientas de análisis presentes en la obra del pensador francés, sino la posibilidad de acometer sobre todo una reformulación de la opresión y discriminación por sexo y por género en los términos de un dispositivo de poder, de modo que la veta teórica foucaultiana sea aprovechable para el feminismo, para el movimiento lésbico-gay o para el movimiento transexual.